Mucho se habla de la realidad aumentada o virtual. Ambos términos se refieren a características no-reales en su totalidad, a diseños tecnológicos que crean un ambiente o situaciones bastante semejantes a lo existente, pero que finalmente no lo son.
"La mayor riqueza de la autenticidad se encuentra en el diálogo abierto y sincero entre dos personas que comparten y buscan lo mismos anhelos de verdad y libertad".
Vivimos en un mundo que combina ambas realidades (la virtual o aumentada - en los videojuegos o tecnología - y la real); entonces ¿cómo podremos diferenciar nuestras actitudes o predisposiciones al momento de aproximarnos a una toma de decisión? Hace poco leí un artículo en el que se analizan las respuestas cerebrales de personas que se dedican a jugar bastante tiempo videojuegos. El estudio arrojó que estas personas al momento de atribuir calificativos a los personajes del juego, lo hacen como si éstos fuesen reales. Esto es una realidad realmente aumentada.
Muchas personas se esmeran por crear en el mundo virtual su realidad, trayendo consecuencias negativas y que afectan, finalmente, a la misma persona. "Lo importante es que no sustituyan la realidad de la vida cotidiana, el valor de un abrazo verdadero y de un apretón de manos", indica Tonino Cantelmi, presidente de la Asociación Italiana de Psicólogos y Psiquiatras Católicos. Cantelmi indica así la importancia de dar a cada cosa su lugar, sin imponer la realidad virtual a la realidad real (valga la redundancia).
La mayor riqueza de la autenticidad se encuentra en el diálogo abierto y sincero entre dos personas - o más - que comparten y buscan lo mismos anhelos de verdad y libertad. El pretender "vivir" en realidad virtual - entiéndase creando relaciones en redes sociales, forjando amistad por MSN o creando una imagen en los álbumes de Facebook - no hará más que alejarnos de nuestra búsqueda por la autenticidad personal.
En enero, el Papa Benedicto XVI le dio su bendición a las redes sociales y comentó acertadamente sobre el uso que se les debe dar: "En la búsqueda de compartir, de amigos, está el reto de ser auténticos y fieles, y no caer en la ilusión de construir un perfil público artificial de sí mismo" y comentó también la necesidad de no aislarse en una "existencia paralela", exponiéndose excesivamente al mundo virtual, corriendo el resigo de prestar menos atención a "aquellos que nos encontramos en la vida cotidiana".
Como todo, Internet y las nuevas tecnologías pueden traer consecuencias negativas; sin embargo, el ser humano es el amo y señor de su creación, por eso es su deber administrar adecuadamente el tiempo y modo de uso para que no sean éstas las que lo conviertan a él en una realidad virtual.
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